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Cepas chilenas bajo el sol del Maule

Maule

Escribe: Matías Domínguez. (Chile) vinosdechile.com

Tres o cuatro cepas son las que comúnmente disfruta un bebedor de vino. En muchos casos se mantiene en esa línea y hay otros que se atreven a probar otras nuevas, algo que no es extraño en Chile. Cada vez existe mayor variedad.

Es así como diferentes viñas han ido redescubriendo nuevas cepas. Las que se pensaba habían desaparecido y que sin embargo han alcanzado gran notoriedad. Ese es el caso del Romano o Cesar Noir.

El connotado periodista nacional, Álvaro Tello, investigó sobre su origen e historia. “Inicialmente suele presentarse como una cepa introducida a Francia por las legiones romanas. Los últimos estudios genéticos, corroboran que es una cepa cuyo origen se encuentra en el Yonne, en la Borgoña noroeste.

Ha sido el acompañante silencioso del Pinot Noir en tres apelaciones de origen, y en Chile, lo hizo de igual forma con los grandes e históricos vinos chilenos. Nos encontramos los “Tipo Borgoña” o “Tipo Bordoles” que proliferaron en el siglo XVII y XVIII”.

En el Valle del Maule, a 250 km al sur de Santiago, se encuentra Casa Donoso. Una de las viñas tradicionales de este valle, la cual la cual posee viñedos con más de 80 años ubicados en el corazón del éste., produciendo vinos de categoría y ahora pionera en la experimentación del Cesar Noir, como es conocida esta cepa en el Viejo Mundo.

Se han encontrado variedades como el Carménère y Romano en el Valle del Maule

Se cree que esta variedad llegó a Chile entre las décadas de 1930 y 1940. Ya en 1998, en pleno Valle del Maule, en el Fundo La Oriental, propiedad de Viña Casa Donoso. Mientras el destacado ampelógrafo francés Jean Michel Boursiquot se encontraba separando el Carménère del Merlot. En todo ello descubrió que en medio de cuarteles de Cabernet Sauvignon, Malbec y País, se encontraba la variedad Romano, iniciando su identificación.

De esta forma nace en 2015 Sucesor Romano, que en su versión 2017 es un vino que destaca por su creatividad y atrevimiento. Este delicioso ejemplar se compone de un 85% Cesar Noir y 15% Carignan, donde el 40% de su mezcla pasa 6 meses en ánforas españolas.

Presenta un profundo e intenso color rojo, de gran expresión aromática, dejando entrever notas a zarzamora silvestre y finas especies. En boca, es de taninos firmes pero a la vez elegantes, poseedor de una rica jugosidad, buena estructura y

Luego de un paseo por los terroir, pudimos degustar este gran vino, acompañado por carnes al asador.

Siguiendo en el Valle del Maule, existen vinos con un sello marcado. Por sus procesos, son fiel reflejo del origen en el que se producen y sobresaliendo frente a aquellos más bien tradicionales que, en la otra esquina, tienden a presentar una oferta más bien homogénea.

Carignan una variedad con personalidad propia

Y si hablamos de vinos con personalidad, hay uno que destaca particularmente. El carignan, considerada una de las cepas más tradicionales del campo chileno, se da casi únicamente en la Región del Maule.

Si la crítica a los vinos chilenos había sido su homogeneización, el carignan se transformó la bofetada de vuelta; un tapabocas con denominación de origen.

Durante muchos años fue la cepa tinta más plantada del mundo. Eso, hasta que en los noventa fue arrancada de los viñedos del sur de Francia para reemplazarla por variedades más productivas y fáciles de vender. En Chile, por el contrario, toda la energía está en preservarla, en recuperar esta cepa dormida.

En tratarla con carigno. Aromas Florales, texturas livianas y fuertes taninos destacan en muchos de sus ejemplares, que parecen seducir a unos y sacudir a otros.

Con este material, resulta difícil no pensar en su evolución. Debido a su arquitectura genética, de muchos taninos, acidez alta y ph bajo, se trata, además, de un tinto que soporta muy bien la guarda. Es más: no sólo la soporta bien, sino que evoluciona de manera pausada y sorprendente. Como dice un enólogo encargado de su elaboración: “Es un caballero andante con armadura de fierro, con mucho temple”.

Un producto ideal para acompañamientos

Y tiene razón. Además de sus atributos, se trata de una variedad excelente para acompañar una gastronomía de similares características; degustamos de un maridaje con suaves quesos de pasta dura con varios meses de envejecimiento, seguido de una gran variedad de carnes de caza, algunas más toscas y chúcaras -como el jabalí-, además de embutidos ahumados y menudencias, como las mollejas, que recibieron un baño de humo y fuego. Tal como una antigua tradición campestre, probamos un sabroso cocimiento de conejo.

La invitación claramente es a probar estas nuevas variedades del pujante sector vitivinícola chileno, que cada vez gana más adeptos alrededor del mundo.

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