Suena un poco surrealista ofrecer una lata de Pepsi como medio para aliviar tensiones entre dos grandes potencias militares. Pero así sucedió cuando Estados Unidos introdujo esta bebida en lo que era la Unión Soviética. No se quedó ahí, si no que consiguió a cambio multitud de flota militar. ¿Quieres saber cómo pasó? Te lo contamos.
Un ambiente más tranquilo
Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética vivieron un periodo hostil, conocido como la Guerra Fría. Principalmente fue motivado por sus diferencias ideológicas y geopolíticas. Sin embargo, aunque continuara presente esta tensión, los líderes de ambos bloques buscaban apaciguar el ambiente. Para ello decidieron realizar un intercambio cultural. Esto consistió en que cada país realizara una exposición de sus productos en el país del otro.
Así sucedió, la Unión Soviética trasladó a Nueva York un stand donde se podía apreciar diferentes objetos y actuaciones rusas. Mientras que, por su parte, Estados Unidos llevó su feria a Moscú. Allí mostró cosas de Disney, ordenadores de IBM y ¡los refrescos de Pepsi! Esta última demostración no fue al azar. Pepsi se encontraba dentro de su propia guerra contra Coca Cola y necesitaba abrir su mercado en otro país. Comercializar Pepsi en la URSS sería colocar uno de los productos más icónicos del capitalismo en la cuna del comunismo.
Lograr esto llevaba un plan estudiado desde América. El contexto de este momento fue que se trató de un caluroso día de Julio. Aprovechando esto el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, acompañó a Nikita Khruschev, dirigente de la URSS, al stand de Pepsi bajo la escusa de refrescarse. La imagen del máximo representante del comunismo bebiendo un trago de Pepsi dio la vuelta al mundo.
Trueque entre bloques
¿Qué mejor manera de apaciguar las tensiones entre ambos países que introducir una bebida americana en la URSS? Así Pepsi consiguió venderse en un nuevo país. No solo eso, también esta marca tuvo derechos de venta exclusivos. No obstante, no todo fue tan bonito como parece. Y es que, en ese momento la moneda soviética no tenía ningún valor en el extranjero. Tampoco, la Unión Soviética contaba con dólares con los que poder pagar esta nueva bebida. Esto se solucionó con el trueque. Es decir, se intercambió la Pepsi por botellas de Vodka Stolnichnaya.
Este intercambio, en el que todos los implicados ganaban, funcionó a la perfección. Hasta el año 1989 cuando acabó el primer contrato entre Pepsi y la URSS. El consumo de esta bebida no hacía más que subir y el rublo ruso continuaba sin tener valor. Además, el vodka utilizado como moneda de cambio no era suficiente. Pepsi pedía más a cambio de sus refrescos y la URSS lo único valioso que tenía era sus recursos militares.
Una marca de refrescos con la sexta mayor flota naval
¿Qué hacer ante esta situación? El gobierno soviético lo tuvo claro. Ofrecieron parte de su flota naval a cambio de saldar sus deudas y poder seguir disfrutando de Pepsi. De este modo lo recogió New York Times con un titular que decía que los soviéticos compran a los americanos. La recompensa a la marca de bebidas fue de: 17 submarinos de ataque obsoletos; un crucero; un destructor; una fragata; y varios petroleros civiles. Con esto Pepsi obtuvo la sexta mayor flota naval del Mundo. Asimismo, logró desmantelar armamentísticamente a la URSS.
Aunque, acabaron vendiéndosela a otros gobiernos y empresas marítimas, por un valor aproximado de 3 mil millones de euros. Ya que no la necesitaban. Todo fue según lo planeado hasta el 1991. Año en el que se desintegró la URSS. Ahora Pepsi tenía que negociar con quince países, en vez de con uno, y enfrentarse a los nuevos aranceles. Pepsi lo intentó duramente. Incluso, envió una réplica de una de sus latas gigante a la estación espacial rusa. Pero no sirvió de mucho, Coca Cola ya había entrado en estos países y volvían a ser competidores.
Al fin y al cabo, todo trató de una perfecta estrategia de marketing por parte de Estados Unidos y Pepsi. En la que todos ganaban. Aunque, viéndolo desde fuera pueda parecer que el trueque naval pueda parecer exagerado. No obstante, es entendible viendo las situaciones en las que se encontraban. ¿Y a ti? ¿te gusta tanto la Pepsi como para intercambiar lo más valioso que tengas por unas cuantas latas?