Cada vez hay más personas que se suman al movimiento del veganismo y del vegetarianismo. Esto se debe a que, en los últimos años, se ha puesto mucho más el foco en este tipo de alimentación y ha conseguido un reconocimiento que antes se veía relegado a un segundo plano por estereotipos como que la comida vegana o vegetariana es aburrida o carece de sabor. Sin embargo, ha sido gracias a la apuesta de alternativas a los productos de origen animal que es lo que es hoy en día: una forma de vida que empieza por una alimentación considerada saludable. Sin embargo, igual que favorece en algunos aspectos, también se ha investigado que la dieta vegana para los huesos puede no ser la más adecuada. ¿Por qué? Vamos a descubrirlo.
¿Qué consecuencias tiene el veganismo en nuestra salud?
Los beneficios de una dieta vegana -compuesta por alimentos que son de origen vegetal-, son innegables; diversos estudios así lo han probado. Obviamente, el consumo de frutas y verduras aumenta, aportando muchas vitaminas; de igual manera, el no ingerir carne -alimento que, por otro lado, nos aporta otros valores que veremos más adelante- también implica prescindir de grasas saturadas, tan presentes en esos productos. Pero más allá de lo evidente, una dieta vegana reduce el colesterol y el riesgo cardiovascular y previene enfermedades cardíacas y otras como la diabetes tipo II.
Entre otras cosas, es por eso que este tipo de alimentación tiene más adeptos cada día. Y es precisamente por el hecho de que cada vez está más extendida que la dieta vegana es objeto de científicos que buscan conocer todos sus beneficios y carencias. Porque lo cierto es que, al igual que tiene ventajas, también tiene inconvenientes. Uno que se está investigando es el del efecto negativo de esta dieta para la salud ósea. Desde el Instituto Federal Alemán de Evaluación de Riesgos, (BfrR), quieren evaluar y comparar cómo actúan las dietas vegana y omnívora en lo que se refiere a nuestros huesos; a través de un estudio han determinado que la segunda es más saludable.
La salud ósea y la dieta vegana
Para llegar hasta esas conclusiones, el instituto evaluó los huesos de 36 personas omnívoras y a otras 36 personas veganas. El examen se realizó a través de una medición por ultrasonidos de los huesos en el talón de los voluntarios, lo que permite conocer las características óseas de nuestro cuerpo. Eso, junto con el uso de unos biomarcadores que identifican nutrientes ligados a la alimentación y al estado de los huesos, demostró que el grupo de dieta vegana tenía niveles más bajos y, por consiguiente, peor salud ósea. Sea como sea, es una idea que todavía necesita el respaldo de otros estudios para certificar los resultados obtenidos.
Otras carencias de las dietas veganas
Más allá de las carencias de la dieta vegana para los huesos, también hay otros aspectos que las personas que deciden llevar este tipo de alimentación deben tener en cuenta. Al final, eliminando los productos de origen animal, se limita la cantidad de alimentos que se pueden ingerir y eso significa que hay nutrientes para los que hay que buscar un sustituto. Por poner un ejemplo, la leche -que contiene vitamina B2-. Hoy en día existen multitud de leches vegetales -almendras, soja, avena, avellana, arroz, etc-, y aunque en uso son parecidas, lo cierto es que no contienen tantas proteínas ni tanto calcio como la de vaca.
Cada vez más existen alternativas a los alimentos de origen animal. Hasta alimentos que podrías creer insustituibles, como el huevo, ahora tienen un doble vegano. No obstante, es cierto que hay nutrientes que, por mucho que se intente, se pierden; cabe mencionar la vitamina B12, que es una de las grandes ausencias de una dieta vegana. Se encuentra en carnes, pescados, huevos y productos lácteos, y la solución es un suplemento que cada vez se puede encontrar en más supermercados y farmacias.
En definitiva, tanto si seguimos una dieta vegana como si no, lo importante es hacerla lo más equilibrada posible, y eso solo se consigue prestando atención a nutrientes como las vitaminas que nuestro cuerpo pide para poder estar cien por cien saludable. Sea en los huesos o en otras partes de nuestro organismo.
