El orujo de Liébana es un aguardiente destilado que se obtiene a partir de la fermentación de uvas de gran calidad. Esta bebida de gran carácter tiene un profundo sabor y un aroma inconfundible gracias a su elaboración artesanal. Su proceso de elaboración se ha transmitido de generación en generación durante siglos.
La producción de orujo lebaniego se remonta a las cosechas de viñedos en los monasterios en la Alta Edad Media. Cada gota de orujo es fruto de un proceso lento y laborioso, que requiere del conocimiento artesanal de los orujeros locales y de un cuidado exquisito en cada detalle. El resultado es un aguardiente de alta graduación que poco a poco ha alcanzado una enorme fama.
La destilación se realiza con alquitaras de cobre, un sistema de origen árabe que permite extraer aromas y sabores únicos. Todo ello respetando las particularidades de las uvas lebaniegas. La alquitara se divide en tres partes: la caldera, donde se deposita el hollejo,“ el bruju”; el capotillo, siendo la parte intermedia que une la caldera con la copa. Y por último la copa, cuya forma de embudo invertido se coloca encima del capotillo con la misión de recoger el vapor, condensarlo y canalizarlo hacia el exterior.
La fiesta del Orujo de Liébana
Cada año, el segundo fin de semana completo de noviembre desde 1984, la preciosa villa de Potes se llena de multitud de gente para celebrar la Fiesta del Orujo. Un evento declarado de Interés Turístico Nacional. Durante esta festividad, visitantes de todas partes acuden a disfrutar de degustaciones, exhibiciones de destilación en vivo, música tradicional, y el galardón al ‘Orujero Mayor’. Este año recae sobre Quico Taronjí, periodista y presentador de RTVE.
También, en cada festividad, se otorga la ‘Alquitara de Oro’ a la marca que produce el mejor orujo del año. Tras una cata a ciegas por verdaderos profesionales bajo la presencia de un juez, se premia al mejor orujo de Liébana.
El orujo lebaniego representa una cultura viva y una tradición que conecta pasado y presente. Al destilar cada año, los orujeros no solo mantienen viva una de las prácticas más emblemáticas de Liébana, sino que también permiten a quienes visitan la comarca descubrir una bebida única, capaz de capturar el alma de esta tierra.