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Salame de Tandil, placer con historia

Grandes Productos Argentina

Escribe: Laura Litvin (@laulitvin)

La ciudad de Tandil, a poco menos de 400 km de Buenos Aires, es uno de los centros turísticos más importantes de Argentina. Es conocida por la famosa “piedra movediza”, un icono de su historia. También por su Salame de Tandil con certificación de origen.

Tandil, un territorio atravesado por las sierras más antiguas de Sudamérica. Ofrece su paisaje de rocas, ríos y lagunas, ideales para los turistas ávidos de un descanso en pleno campo argentino. La gastronomía es un punto relevante de esta visita. Destacan los salames o salamis con denominación de origen y sus quesos de autor, incluidos entre los mejores de la Argentina.

Salame de Tandil con historia

La tradición de elaborar estos embutidos madurados llegó a Tandil con los inmigrantes italianos a comienzos del siglo XX. Estos se asentaron en los faldeos de la sierra por su clima propicio para la faena y elaboración de chacinados. Con el tiempo, lograron establecer una receta singular a base de materias primas obtenidas dentro de la región. Lo hicieron con ganado vacuno y porcino alimentado a base de pasturas locales.

Luego, es estacionado y curado en el clima benigno de Tandil. Es un clima frío pero no helado, húmedo e incluso ventoso. El salame adquiere la consistencia necesaria y el emplume, como se conocen los hongos que lo recubren. Estos le dan el color blanco ceniza característico, esenciales en la obtención del flavor.

En 2010, los productores se unieron para obtener la Denominación de Origen Salame de Tandil. Con esta DO lograron preservar el patrimonio cultural y emblemático de estos embutidos. En 2019, en el marco  de la 36ª edición del Festival de la Sierra, se presentó el salame curado más largo del mundo. Una pieza de 87,56 metros de longitud y 262 kilos de peso cuya subasta se destinó a beneficencia.

Salame de Tandil

Turismo rural sustentable

Sumado a la oferta gastronómica de Tandil vale la pena visitar los antiguos almacenes que conservan sus casonas tal como se construyeron en el siglo XIX como Época de Quesos. También existe una amplia oferta de turismo rural en los pueblos de los alrededores. Encontraremos hermosas posadas en pleno campo para disfrutar de atardeceres únicos.

La piedra movediza

El icono de Tandil es la gran roca movediza. Un misterio que se remonta hasta antes de la llegada de los españoles y que estaba ubicada en los alto de un cerro que domina una antigua cantera. De aquí salieron las piedras para hacer adoquines que aún hoy se pueden apreciar en algunas ‘callecitas’ de Buenos Aires.

Los pueblos originarios que habitaban la región solían congregarse alrededor de la piedra a la que llamaban “piedra que late”, pues se balanceaba de un lado al otro. Con el tiempo, esa movediza se convirtió en un atractivo turístico hasta que en 1912 se cayó al vacío partiéndose en tres.

Hoy se puede ver una réplica emplazada en el mismo lugar y, aunque se sabe que no es la original, igual vale la pena el paseo.

Sierras, lagunas, paisajes de campo y los mejores salames del país. Tandil merece una escapada de fin de semana a puro relax.

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