Los vegetales son imprescindibles en una dieta sana y equilibrada, pero muchos ven estos productos de otra manera, a la hora de prepararlos. Tanto en los métodos de cocción como de combinación con otros ingredientes. Por este motivo, el chef asturiano se ha propuesto cambiar la forma en la que el consumidor ve a los alimentos que nacen en la huerta. Su nueva creación no es culinaria, sino literaria y se titula Verduras sin límites. En ella, José Andrés resume sus 30 años de experiencia gastronómica por todo el mundo en un texto apasionado sobre el reino vegetal. En colaboración con Matt Goulding, la edición ha estado a cargo de Planeta Gastro.
¿Qué te ofrece el libro Verduras sin límites?
José Andrés es un reconocido cocinero caracterizado por su potente energía inagotable y su imaginación salvaje tanto en sus elaboraciones como en las presentaciones de sus platos. Así, este nuevo libro Verduras sin límites quiere mostrarte cómo puedes comer más verduras de distintas formas exitosas.
Recetas, trucos y consejos se aúnan en este tomo, donde el chef cuenta sus trabajos culinarios que lo han llevado a la popularidad en América. Ideas atrevidas y explosiones de genialidad se pueden detectar en cada párrafo escrito, algo que te ayudará a ver con otros ojos todo el potencial que tienen los vegetales.
Según se puede leer en su libro Verduras sin límites, el asturiano cree en estos productos más allá del sabor que aportan a las elaboraciones. Para él, las plantas son fundamentales en su día a día y por ello busca constantemente nuevas formas de cocinarlas. Así, esta obra literaria ni ataca a la carne ni te ayuda a encontrar hierbas aromáticas exóticas, por poner un ejemplo. Más bien es una mezcla imaginativa de un cocinero que piensa que las verduras pueden alimentar a todo el planeta. De ahí que te presente su filosofía gastronómica con ingenio, fuerza y carácter, todo lo que José Andrés pone sobre los fogones cuando cocina vegetales.
«No hay nada más sexy que cocinar verduras: glasear una zanahoria (…); brasear un melocotón (…); trocear un tomate (…) y clavarle unos cuantos cristales de sal gruesa hasta que derrame lágrimas (…)»