¿En qué se parecen la Coca-Cola Light y la Zero? ¡En casi todo! Por ello es que desgranamos a continuación ese casi para que conozcas qué es lo que las hace diferentes. ¿Cuánta azúcar contienen? ¿Qué papel juega un ingrediente clave en estas bebidas? Sigue leyendo y descubre los secretos de la famosa bebida.
Los peligros del azúcar
Muchos son los amantes del sabor de la Coca-Cola preocupados por mantener la línea. En su versión normal la lata contiene 139 kilocalorías, lo que inquieta a muchas personas. No obstante, en lugar de optar por zumos naturales u otras bebidas que no sean ultraprocesados, siguen optando por el brebaje marrón. Por ello es que han arrasado en ventas tanto la Coca-Cola Light y la Zero. Pero… ¿Son tan parecidas? Lo cierto es que sí. Únicamente existe una diferencia entre ellas.
Ambas versiones de esta bebida triunfaron porque tan solo contienen 0’2 kilocalorías por cada cien gramos. Además, la lata normal supone un chute de 35 gramos de azúcar al cuerpo. ¡Exactamente lo mismo que cinco sobres de este polvo blanco! Es una cifra preocupante ya que excede en diez gramos el máximo diario recomendado por la OMS para los adultos. Mientras tanto, ninguna de sus versiones en lata gris y negra contiene azúcar.
¿Qué lleva la Coca-Cola Light y no la Zero?
La sustituyen por ciclamato (E-952), acesulfamo-K (E-950) y aspartamo (E-951). Ahora viene lo gordo. Así pues, la única diferencia que existe se trata del acidularte. Los fabricantes emplean ácido cítrico (E-330) en la Coca-Cola Light además de ácido fosfórico (E-338). La Zero solamente lleva ácido fosfórico. Carece del primero aunque contiene citrato sódico (del que carece la Light), el que es un derivado del ácido cítrico.
Esperamos no haberte abrumado con esta compleja lista de nomenclaturas químicas y números. Nuestra intención no era traerte de vuelta a las clases de química del periodo escolar. Si quieres una bebida más simple y saludable siempre puedes optar por el agua. Esta se compone exclusivamente de agua y carece de azúcares además de calorías. También puedes probar con zumos o incluso con bebidas como la kombucha o kéfir. Si te gusta saber lo que ingieres, puede ser más interesante que perderte en las etiquetas.
