¿Cuántas parejas habrán imitado el beso de La dama y el vagabundo mientras comían espaguetis? ¿Cuántos niños han querido ser cocineros después de ver Ratatouille? ¿Quién no ha soñado con una cena romántica después de ver una película de Hollywood? Sin duda, el cine deja huella en la sociedad. Nos deja momentos únicos. Momentos que todos conocemos y recordamos. Y, en muchos de ellos, la gastronomía es la protagonista. La gastronomía en el cine posee el arte de hacernos oler y degustar la comida (aún sin llevárnosla a la boca).
La gastronomía en el cine
El cine nos permite trasladarnos a otros lugares sin la necesidad de viajar. El cine nos permite vivir riesgo sin correrlo mínimamente. El cine nos permite sentir tristeza, alegría, rabia o miedo durante una hora y media sin levantarnos del sofá. El cine nos permite viajar a otra época sin tener una máquina del tiempo. Asimismo, el cine nos permite saborear sin comer.
El cine es un reflejo de la sociedad. Al mismo tiempo que tiene la capacidad de educar y concienciar crea un imaginario social. Enmarca tendencias y describe realidades ¿Quién no quiere vestir como el/la protagonista y destilar tal glamour? Podríamos decir que define y refuerza estereotipos. El que fuma es un malote y, por tanto, es atractivo. Lo mismo ocurre con la gastronomía, aunque no de la misma forma. Simplemente son convenciones que el público entiende. Asociaciones entre varios conceptos que muestran a los espectadores la personalidad de los personajes, emociones, pasiones, ambientes…
A través de la comida sabemos cómo es el personaje. Uno de los ejemplos más claros en la historia del cine está en The breakfast Club (1985). Cinco adolescentes son castigados en la biblioteca. Todos ellos son muy distintos entre sí: la popular, el cerebrito, el deportista, el malote y la marginada. Es la hora de comer y cada uno abre su almuerzo. Al instante la comida nos revela sus personalidades. La chica chic tiene para comer sushi con salsa de soja lo que la convierte automáticamente en «una pija repipi». Mientras el rebelde de turno ni si quiera lleva almuerzo lo cual nos muestra que es un chico despreocupado y que le da igual todo.
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El ritual de la preparación
No debemos dejar de prestarle atención al ritual de la preparación de cualquier plato. Es de suma importancia. Tanto el Mise en Place («cada cosa en su lugar») de Ratatouille como el de tu casa. Cuando preparas los platos (o te los preparan) la organización tanto como el desastre son bonitos. Cuántas escenas hemos visto de una pareja cocinando riéndose a carcajadas mientras se ponen perdidos. O, cuántas hemos visto de una preparación minuciosamente cuidada con muchísimas ganas de que salga bien.
El número de musical «¡Qué festín!» de La Bella y la Bestia es un claro ejemplo del ritual. En este caso, los personajes encantados han planificado a la perfección el banquete. Quieren hacer sentir como una reina a la protagonista y lo consiguen a través de una maravillosa cena.
Situaciones gastronómicas en el cine
Otra virtud de la gastronomía cineasta es la descripción de ambientes. Cómo son las comidas o cenas entre los personajes nos permite deducir en qué situación nos encontramos. Un plato preparado con cuidado y amor denota que estamos ante una comida importante. Al igual que otros elementos fundamentales de la gastronomía: el espacio, vajilla y cubertería, centros de mesa… En cambio, si en pantalla vemos una comida con muy poca buena pinta la situación cambia radicalmente.
Y, por su puesto: la compañía (no obstante, se puede disfrutar igual en soledad). Pero, si nos fijamos, cuando el personaje aparece comiendo solo rápidamente el cine se encarga de transmitirnos melancolía, tristeza, soledad, penumbra… Es un estereotipo credo, en gran medida, por el cine. Las personas creen que comer en solitario es algo triste. Por supuesto que es genial disfrutar de la gastronomía en compañía y, en general, es lo más común. Pero, no es malo ni triste disfrutarlo solo.
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La comida es el eje central. El poder comer es sinónimo de estar bien. Es lo más básico, es salud. Es también disfrutar, compartir y admirar. Por ello, no es de extrañar que la gastronomía sea un pilar esencial en el cine. En cualquier film hay desayunos, comidas, meriendas, picoteos o cenas. Y nunca dejara de haberlos. Y disfrutaremos de ellos. No solo mientras vemos la pantalla, sino también a través de ella… ¿Qué escenas gastronómicas son tus favoritas?