Nos gusta comer pollo. Tanto es así, que puede ser que los huesos de pollo nos sobrevivan como civilización para acabar convirtiéndose en un marcador de nuestro paso por este mundo. Una empresa ha dado con una fórmula peculiar para reducir el número de despojos de esta ave: que nos comamos los huesos. Te contamos todo acerca de la idea.
El pollo: una comida que gusta
En el año 2018, la población mundial de pollos domesticados superaba los 22.700 millones. Una cifra que supone que hay tres veces más de pollos que de humanos en nuestro planeta. Además, su consumo no ha parado de crecer. Si hace cincuenta años este ave representaba el 15% de toda la carne que se consumía, ahora ronda el 40%. La clave del éxito del pollo es que es una carne sana y con un precio muy asequible.
Pero también tiene sus inconvenientes. Se han tenido que adaptar los mecanismos de engorde de los pollos para ajustarlos a nuestras necesidades. Se ha conseguido agilizar el crecimiento del músculo del ave y disminuir sus órganos, lo que les lleva a una longevidad corta. Este crecimiento del consumo también ha provocado que cada vez haya más restos de huesos de pollo que son difíciles de eliminar.
Huesos de pollo: todo un problema
Esta pasión por el pollo se apreciará mucho más en el futuro. En un artículo publicado por la Royal Society Open Science se concluía que los restos de esta ave dejarán una huella única del paso de los humanos por la tierra. La gran clave de ese legado es donde terminan los huesos de pollo. La mayoría acaban en los vertederos, lo que provoca una alteración en el proceso de descomposición.
Para poder ponerle un freno a esta situación, la empresa finlandesa Superground, ha llegado a la conclusión que lo mejor será que nos comamos los huesos de pollo. Parece una idea descabellada, pero la startup pretende que estos restos se procesen y posteriormente se mezclen con proteína vegetal. De ahí saldría una combinación que se incorporaría a albóndigas, nuggets o alimentos procesados de pollo.
Los pros y retos de la idea
Si la idea de la startup finlandesa saliera adelante, se descubrirían numerosas ventajas. Una de ellas es que puede ayudar a aminorar la gran montaña de huesos de pollo que provocamos por consumir alitas y muslos. Además, limitaría la huella ambiental y podría revertir su precio. Y es que, pese a que el pollo es asequible, la invasión a Ucrania o la inflación podrían provocar un aumento del coste.
Pero para que la idea prospere, es obvio que tendrá unos retos importantes por delante. El principal es superar las opiniones y los prejuicios que puedan tener los consumidores. Los huesos de pollo ya se utilizan en la elaboración de alimentos para animales, que es otra vía para dar salida a estos desechos.
Los beneficios de los huesos de pollo
Pese a las reticencias de los consumidores a comer huesos de pollo, la realidad es que el caldo hecho con restos óseos es base de nuestra dieta. Estos caldos hechos con huesos los hemos heredado de nuestros antepasados desde la prehistoria. En los últimos años están ganando cada vez más popularidad debido a sus beneficios para la salud.
Este caldo es rico en minerales y vitaminas, lo que hace que nuestros huesos se regeneren y sigan fuertes. Ayuda también a perder peso y a que tengamos una digestión poco pesada. Los aminoácidos presentes ayudan al cuerpo a protegerse de enfermedades, como por ejemplo la artritis. Los huesos de animales tienen unos niveles altos de calcio, hierro, potasio, zinc, omega 3 y vitamina A.
Aunque sea una idea que a priori pueda ser o parecer descabellada, Superground ha conseguido poner en el centro del debate algo muy interesante. Todos tenemos que pensar más en el entorno en el que vivimos y dejar a nuestras generaciones futuras un mundo más limpio y amable. ¿Y tú, estás dispuesto a comer huesos de pollo?
