Escribe: Mónica Uriel. Periodista
Puedes contemplar hermosos paisajes con majestuosos fiordos, géiseres, extensas playas y exhuberantes bosques tropicales. Pero Nueva Zelanda también ofrece la posibilidad de visitar cultivos del fruto al que dio nombre, el kiwi. Así como alguna de las 35 bodegas abiertas al público de su principal región vinícola, Marlborough. Con su sauvignon blanc de fama mundial.
Igualmente, puedes degustar cervezas artesanales fabricadas con alguno de los lúpulos que desde aquí se exportan a todo el mundo. O descubrir la codiciada miel de Manuka, proveniente del néctar de un arbusto endémico del país.
Recorriendo las dos islas que forman Nueva Zelanda se puede comprobar el peso que tiene la ganadería. Es uno de los principales productores mundiales de leche y hay cerca de 30 millones de ovejas.
Todo en un país con 4,5 millones de habitantes. Que la agricultura es el mayor sector económico se descubre nada más llegar al aeropuerto. Debido a los estrictos controles que impiden introducir en el país alimentos no procesados.
La viticultura de Nueva Zelanda
Al margen de la ganadería, el principal cultivo es la viña. Su producción y exportación han aumentado notablemente en los últimos años. Al mismo ritmo que el consumo del vino en el país. En Marlborough, al norte de la Isla del Sur, sus 148 bodegas producen el 75% del vino de todo el país. Solo en 33.700 hectáreas.
Aquí la composición del suelo es de gravas y arena, y el clima es seco. Además del Sauvignon Blanc, en esta región se produce Pinot Noir, Chardonnay, Riesling, Gewürztraminer y Pinot Gris. Los vinos neozelandeses se caracterizan por ser monovarietales. Sencillos, de paso muy fácil en boca y más afrutados que los australianos.
Las bodegas y sus viñedos se pueden recorrer en coche o caravana. También dando un placentero paseo en bicicleta, pues el terreno es llano y muchas bodegas se encuentran a poca distancia entre ellas.
La mayoría de ellas está en torno a Blenheim y a Renwick, como Te Whare Ra. Una de las bodegas más antiguas con viñas plantadas en 1979. Produce vinos orgánicos, un tipo de cultivo que se está volviendo cada vez más popular en Nueva Zelanda. Este ya representa el 10% en Marlborough.
Bodega Te Whare Ra
El viticultor Jason Flowerday y su esposa, Anna, de la quinta generación de una familia dedicada al vino, compraron las 11 hectáreas en 2003. Elegida bodega del año en 2014, Te Whare Ra produce vinos de muy alta calidad y no comerciales. Es muy popular el Riesling M, muy fresco y dulce, así como el aromático Toru.
También produce Gewürztraminer, Sauvignon Blanc, Pinot Gris, Chardonnay y Pinot Noir. También Syrah, variedad que solo elaboran allí cinco bodegas. Te Whare Ra ofrece visitas y degustaciones entre noviembre y marzo, mes en el que en estas latitudes se recogen las uvas.
Bodega Hans Herzog
No muy lejos de ella, otra bodega que produce vinos orgánicos es Hans Herzog, que como curiosidad cultiva desde hace ocho años vino Tempranillo. Lo mantiene hasta 20 meses en barrica y vende 2.500 botellas al año. Además, cultiva Verdejo, la única bodega que lo hace en Nueva Zelanda. Así como también Zweigelt, Grüner Veltiliner, Arneis, Montepulciano y Nebbiolo.
Uno de los más populares de esta bodega es el Mistral, mientras que la variedad Pinot Noir, que está en barrica 18 meses, fue una de los primeras plantadas.
Los Herzog, de origen alemán y con tradición en el mundo del vino desde 1630 en Suiza, compraron 11 hectáreas de tierra en Marlborough. Con el objetivo de producir variedades que no se podían cultivar en el país europeo. De cultivo biodinámico, la poda, la recogida y demás tareas de la tierra se realizan siguiendo el calendario astrológico. Desde 2001, además de visitar la bodega, se puede comer en el restaurante con vistas a un jardín de lavanda.
Yealands, una bodega con gran personalidad, como su propietario
Un panorama único es el que ofrece en el cercano valle de Awatere la bodega Yealands, cuyo viñedo no solo es el más grande del país. También el de mayor belleza. Se extiende hasta donde comienza el agua azul del Océano Pacífico.
El viñedo es de más de 1.000 hectáreas y el más cercano al mar de Nueva Zelanda. Puede ser visitado en vehículo propio en un ruta auto-guiada a lo largo de 7,5 kilómetros. Su propietario, Peter Yealands, estuvo seis años transformando el terreno rudo de pastoreo que encontró hasta convertirlo en 2008, concretamente el 08/08/08, en el primer viñedo sostenible en todos los niveles. Por ello ha sido reconocido con varios galardones.
Cuenta además con el panel solar más grande del país. Yealands, todo un innovador, nos explica que tiene el compost más grande de Nueva Zelanda. Con 50.000 toneladas cada año, contiene cortezas de árbol y conchas de mejillón. Se puede comprobar dando un paseo por las viñas, así como algas marinas. Su composición ha hecho mejorar la fertilidad del suelo así como la retención del agua.
Paisaje único con animales bajo las viñas
Además de reducir la necesidad de otros fertilizantes. Además, Yealands introdujo hace dos años animales en las viñas. Gallinas y cerdos, que proporcionan una forma natural de control de plagas. También ovejas, de una especie pequeña, a la altura de la rodilla, que no alcanzan a comer las uvas pero que reducen la necesidad de podar las viñas.
Contemplar a las ovejas bajo las viñas junto al mar convierte este paisaje en algo único. El vino más vendido y exportado de Yealands es el Sauvignon, variedad que ocupa el 90% de sus viñas.
El Sauvignon Blanc, afrutado y fresco, ha ganado numerosos premios, así como el Pinot Noir 2014. Un vino curioso es el Grüner Veltliner, dulce, con notas de melocotón, miel y picante.
Además del vino a los neozelandeses les gusta, y mucho, la cerveza artesanal. Existen unas 200 fábricas en el país que, al estar situado en la latitud idónea para su cultivo (40º), produce un lúpulo de alta calidad. Se exporta a todo el mundo. El boom de la cerveza artesanal comenzó en Nueva Zelanda en los años 80. Después disminuyó y con el cambio de siglo volvió a llegar de forma sólida y desde entonces no ha dejado de crecer.
Grandes lúpulos y grandes cervezas artesanales
The New Zealand Hops, la única compañía que produce lúpulo en el país, es una cooperativa situada en la isla del Sur, en Nelson. A los primeros colonizadores ingleses y alemanes de mediados del siglo XIX les gustó el clima y la tierra de esta región. Así que cultivaron los lúpulos que llevaron hasta allí.
Nuevas variedades fueron desarrolladas en los siguientes 150 años, como Motueka, Riwaka y Nelson Sauvin. Este país, que goza de uno de los aires más puros del mundo, se hizo famoso por la alta calidad de su lúpulo.
Esta región, un triángulo formado entre Riwaka, Tapawera y Brightwater, produce todo el lúpulo del país. “Antes vendíamos lúpulo a Heineken y otras grandes compañías. Pero ahora solo proveemos a las fábricas artesanales”, nos cuenta su director, Doug Donelan en las instalaciones de la cooperativa.
Además de recibir el lúpulo de 19 productores del país, la compañía, creada hace 160 años, tiene 15 variedades propias y cada tres años crea una diferente. El lúpulo lo vende en flor -el 60% del volumen producido-, en pellets y en extracto. La compañía exporta el 80% de su producción. El 30% a Estados Unidos y el 40% a Europa.
La región está autodenominada como la capital de Nueva Zelanda de la cerveza artesanal. Han creado una ruta por varias fábricas, denominada Nelson rcaft Beer Trail, muchas de ellas de gestión familiar.
Otra importante zona cervecera
La verdadera capital de Nueva Zelanda es Wellington. También tiene su propio recorrido a pie a lo largo de cervecerías artesanales en un pequeño radio. En Auckland, la ciudad más grande del país, son de visita obligada para los amantes de la cerveza artesanal Galbraith’s, un pub de estilo inglés.
Está situado en un edificio que en 1913 albergó una librería en Mt Eden Road, y Brothers Beer. Al tener un suelo volcánico, el agua de Auckland, como la de todo el país, es excelente. Lo que favorece la fabricación de grandes cervezas, en especial Lager y todas las de alta fermentación.
En Hamilton, 124 kilómetros al sur de Auckland, se encuentra la cervecería Good George, construida en una antigua iglesia. Ofrece visitas para ver la elaboración de la cerveza en este original lugar. Como curiosidad, además de una cerveza APA, elaboran una IPA de café.
El cultivo del Kiwi
El suelo volcánico también favorece el cultivo de su fruta de fama mundial, el kiwi. Sobre todo en Te Puke, Tauranga. Una región en la que el visitante se puede relajar dándose baños en fuentes termales rodeado de géiseres. Esta es la llamada ‘capital mundial del kiwi’, donde se produce el 80% de los kiwis de Nueva Zelanda. Desde el cercano puerto de Tauranga salen 70 barcos entre junio y diciembre cargados de kiwis hacia todo el mundo.
Esta fruta proporciona 1.000 millones de dólares al año a Nueva Zelanda, segundo productor mundial por detrás de Italia. Originario de China, donde era conocido como melocotón del mono, en Nueva Zelanda lo llamaron grosella espinosa china.
Al exportarlo en los años 50 del siglo XX a Estados Unidos, les dijeron que la fruta era maravillosa pero que tenía un mal nombre. Así que adoptaron el nombre de su ave más preciada, con el que también se llama a los habitantes del país. En Nueva Zelanda se cultivan cuatro variedades de kiwi. Está el verde, el que más se produce. También el oro, más dulce y que no se conserva tan bien como el primero. Luego, el baby, que se come entero y es muy dulce y el rojo, que tiene este color en su interior.
Polinización, recogida y exportación
En la plantación explican al visitante que el kiwi tiene que tener la planta macho y la hembra. Cuatro hembras para cada planta macho, que también se poliniza. Trasladan panales hasta allí para que haga la polinización. Como las flores no tienen néctar, se les añade sirope de azúcar.
Así las abejas se quedan unos diez días para completar la polinización. Los kiwis crecen hasta mayo, mes en el que comienza la recogida. La gente local no quiere recoger kiwis así que llevan trabajadores de Malasia, Indonesia, Tailandia e Islas Fiji. Estos se quedan al menos durante las 10 semanas de la temporada de recogida.
Cuando los kiwis se recogen no están listos para comer, sino que han alcanzado un nivel de azúcar establecido. Después, los kiwis verdes pueden estar hasta nueve meses almacenados en frío. Además de comer kiwis cada día, la vasta ganadería del país permite al visitante degustar una excelente carne de cordero. Así como quesos de vaca elaborados a base de recetas europeas.
Una rica quesería en Kaikoura
En Kaikoura, cerca de las viñas de Marlborough, hay un pueblo costero al que llegan focas procedentes del mar y es posible nadar con delfines. Incluso avistar ballenas. La quesería Kaikoura Cheese ofrece quesos artesanales también hechos de cabra.
A las afueras de esta localidad se encuentra un idílico jardín de lavanda, Lavendyl. Por este se puede pasear y conocer en una visita guiada el proceso de destilado de esta planta. Además de relajarse tomando una taza de té. Bajando por la costa, en la excéntrica Oamaru esdonde el visitante se puede encontrar pingüinos caminando por las calles.
Está también la quesería Whitestone, cuyo queso azul Vintage Windsor ganó una medalla de plata. Fue el año pasado en el World Championship Cheese Contest en Wisconsin (Estados Unidos).
Desde allí, en dirección a las fiordos de la costa del mar de Tasmania, se puede visitar cerca de Queenstown una destilería de whisky recién inaugurada, Cardrona. Fue fundada por una mujer y posiblemente la más remota del mundo. A la espera de que el whisky termine de envejecer, actualmente produce ginebras añejas y vodka.
La miel de Manuka, el oro de la mieles
En Tauranga, junto a la plantación de kiwis, también se puede descubrir el producto estrella del país, la miel de Manuka. Es ofrecida al visitante desde que aterriza en el aeropuerto hasta que emprende el vuelo de regreso.
Adorada por los neozelandeses y los orientales, esta miel procede del polen de un arbusto de origen de Nueva Zelanda, la manuka. Esta florece con gran calidad en lugares sin contaminación. Además, las abejas están en riesgo de extinción en todo el planeta excepto en Australia y Nueva Zelanda.
La flor de Manuka, de color blanco, es el origen de ese polen. Para 500 gramos de esta miel se necesitan dos millones de flor de Manuka, pues esta flor no tiene mucho néctar.
Por su alto valor, en la actualidad se llevan en helicóptero las colmenas hasta cerca de estos arbustos. La diferencia respecto a la miel común es que tiene un valor alto en un antibacteriano, el metilglyoxal. La miel se puede comprar escogiendo ese nivel que contenga. En una escala del 5 al 30, está certificado por entidades como la UMF.
Esta miel es también antiinflamatoria y antioxidante y en su origen se utilizaba para quemaduras y picaduras. Ahora, también en cosmética por su poder regenerador. El centro de interpretación de Comvita, en Tauranga, ofrece una amena explicación sobre esta miel.
Artículo escrito por Mónica Uriel, periodista