¿Llegará ese día en el que podamos comer alimentos cárnicos no de origen animal sino desde laboratorios? De momento, existen numerosos problemas en la carne cultivada que la mantienen en vilo. Un reciente informe estadounidense de la GAO (Goverment Accountability Office ha expuesto cuáles son esos obstáculos para que su mercado sea una realidad. Diferentes cuestiones quedan puestas en duda, incluidas las relacionadas con la regulación de este tipo de productos, desde que se recogen muestras celulares hasta la venta final a los consumidores. Te las explicamos aquí para que puedas conocer un poco más acerca de esta innovación de la biotecnología.
Todavía sin comercializarse
Antes de entrar en materia del documento informativo procedente de Estados Unidos, conviene recordar que todavía ninguna empresa comercializa carne de cultivo celular. Sí existe previsión para que en un futuro no muy lejano puedan verse a la venta, siempre que los productos cumplan con el marco regulador fijado. Por la FDA (Agencia de Medicamentos y Alimentación) junto a la USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos). El hecho de que aún haya preguntas sin una respuesta clara en varios aspectos invita a las empresas a ser prudentes. Por ejemplo, en asuntos de seguridad alimentaria y ambiental o del bienestar de los animales. Pero también en algo tan importante como la salud humana, ya que no hay claridad acerca de sus beneficios o no perjuicios.
Debido a esos interrogantes presentes, se encargó a la GAO un informe para que expusiese varios puntos claves como los métodos de producción o la colaboración de ambos organismos citados en las tareas de supervisar las reglas. Y es que esos problemas en la carne cultivada deben ir solventándose de cara al futuro de los alimentos nacidos en laboratorio. Su potencial es enorme, según dijo la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. pero hay que actuar con seguridad ante todo.
Análisis y preguntas de la GAO
Literatura científica existente hasta el momento, información publicada en medios de comunicación en los últimos años e incluso la actividad reguladora en el país americano. Todo esto ha buscado analizar el informe de la GAO junto, por supuesto, a las empresas dedicadas a producir carnes, pescados o mariscos de cultivo celular. Como puedes leer, el espectro de alimentos es así de amplio. La agencia gubernamental -que se suele ocupar de auditorías, evaluaciones e investigaciones que luego son presentadas en el congreso estadounidense- se ha planteado preguntas. Todas tienen que ver con problemas en la carne cultivada. Son las siguientes:
-¿Qué tecnología específica se utiliza para el desarrollo de esos cultivos? ¿Cómo afectaría al alimento definitivo?
-¿Cómo son los sistemas de producción a gran escala?
-¿Cuál es la composición exacta de los alimentos finales que luego se comercializarían?
-¿Con qué frecuencia las empresas productoras necesitan recoger muestras celulares a partir de biopsias? ¿De qué animales se extraen?
-¿En los métodos de producción comercial está implicada la tecnología de ingeniería genética?
-¿Se utilizarán antiobióticos en este tipo de carne? ¿Se detectarán residuos de estos fármacos en el alimento final?
Y una última cuestión vinculada a los riesgos de seguridad por la diferencia existente entre los métodos usados en la producción de carne comercial y tradicional: ¿cómo afectará en su obtención por cultivo de células?
Estos son los problemas en la carne cultivada
De todas esas inquietudes, la GAO ha extraído unas conclusiones que corroboran los problemas en la carne cultivada. No se sabe cuánta carne se podría obtener a partir de una sola biopsia de tejido animal. Pero tampoco cuáles son las tecnologías y métodos utilizados para el proceso completo, pues todo ello está aún en desarrollo. Al igual que los soportes temporales donde las células crecen y forman tejidos. Se desconoce si estas estructuras serán o no comestibles o habrá que separarlas antes de la comercialización del producto para que no suponga un riesgo. Además, existen dudas de las compañías que pueden estar usando ingeniería genética en la producción. Incluso todavía es una incógnita la técnica de procesamiento utilizada que debería cumplir con los correspondientes estándares de salud y seguridad.
Por otro lado, en el uso de fármacos, algunas empresas aseguran que sus alimentos estarían libres de ellos o de otras sustancias químicas. Sin embargo, no está decidido si se utilizarían, algo que limitaría la cantidad y duración de las carnes conseguidas. ¿Sería entonces una carne limpia, segura y sostenible como se le ha denominado desde que comenzó a investigarse esta alternativa a la de origen animal de siempre? Y, por último, ¿saldría rentable producirla una vez superados todos estos problemas en la carne cultivada? Este es uno de los mayores desafíos del sector: la viabilidad económica que permitiese ser asequible también para el consumidor. Veremos si todas estas incógnitas son resueltas poco a poco junto a aspectos de etiquetado, aceptación por parte del público, etcétera.