Muchas veces aparecen en la publicidad los productos asociados a cuerpos delgados y perfectos. Además nos prometen que son sabrosos y muy apetecibles pero ¿sabemos realmente si es light es más sano o no tiene nada que ver con ello? ¿Son más saludables los alimentos o bebidas que contienen en su etiqueta esa palabra? Vamos a analizar cómo son y qué nos pueden aportar a nuestra alimentación.
Para que un producto se pueda etiquetar y considerar como light debe contener un 30% menos de aporte calórico que el original, es decir, debe existir un producto de referencia de la misma marca con un aporte de calorías, como mínimo, un 30% superior. Esta disminución de calorías en los productos se consigue reduciendo el nivel de azúcares o grasas.
Bajos en azúcar
Los productos bajos en azúcar se han conseguido reduciendo los azúcares añadidos. En muchos casos son sustituidos por edulcorantes como la sacarina, ciclamato, aspartamo, estevia, etcétera. En gran parte, la reducción de este ingrediente es positivo, pero no debemos olvidar que por el hecho de que sean bajos en azúcar no quiere decir que sean sanos. Es decir, en el proceso de reducción pueden tener otros componentes que no sean del todo saludables. De esta forma, deberíamos fijarnos en qué productos se han añadido para poder sustituir el azúcar.
Sí debemos recalcar que todos los edulcorantes autorizados, es decir aquellos que contienen la conocida letra ‘E’, son seguros para nuestra salud. Como mínimo en las cantidades normales que se pueden injerir. Cada uno de estos elementos tienen sus propiedades en el sabor, textura y se utilizan en cada fórmula o receta de productos elaborados, intentando buscar las más similares a las originales.
También es importante destacar en esta explicación de si es light es más sano que no es lo mismo un refresco así que tiene un 30 o 40% menos de calorías que un refresco con 0% de calorías. Si decidimos comprar un producto bajo en azúcar debemos saber qué reducción real de calorías tiene. Un buen ejemplo es la Coca Cola.
Bajos en grasa
La reducción de grasas en los productos elaborados son sustituidos principalmente por cantidades apreciables de sal, almidón y algunos azúcares como las dextrosas. Todo ello en la búsqueda del sabor que ha perdido el producto en la eliminación de esa grasa y que sea apetecible para el consumidor.
Conviene destacar que todas las grasas no son malas en nuestra dieta y que hay grasas saludables y que, en niveles normales, nos pueden ayudar a nuestra salud. Es decir, se pueden consumir sin mayor problema en niveles razonables las grasas no saturadas. Estas contribuyen a disminuir el colesterol malo en la sangre y a incrementar el bueno.
Alimentos como el pescado azul, el aceite y frutas como el aguacate son ricos en grasas, pero grasas muy interesantes para nuestra salud. Deberíamos saber distinguir los alimentos con grasas saturadas y no saturadas.
Es importante advertir que en el proceso de reducción de grasas, en algunas ocasiones son sustituidas por menos grasas pero de peor calidad. Estas son las conocidas como grasas ‘hidrogenadas’ o grasas trans. Estas grasas a las que se les introduce artificialmente moléculas de hidrógeno tienen mucho interés económico para la industria. Los productos que son procesados con grasas permiten producir elaborados más duraderos y más fáciles de elaborar.
Si es light es más sano: claves en cantidad y calidad
El gran riesgo de los productos light es que pensemos que no engordan y que son muy sanos. No es así. Si olvidamos que simplemente son algo menos calóricos que los normales e injerimos más cantidad del producto, el objetivo de controlar el consumo de calorías pierde todo el sentido. Beber dos refrescos light en lugar de uno o añadir el doble de mayonesa light en nuestra comida es un grave error.
Cada vez son más las personas que vuelven a los productos de origen. Todos aquellos que no son procesados sabiendo que son más calóricos y tomando conciencia de que debemos reducir la cantidad de estos alimentos. Productos de calidad, ecológicos con un sabor auténtico que no son procesados. Quizás servidos en platos y vasos más pequeños, en cantidades más pequeñas acompañados de otros productos como vegetales que nos saciarán es sin duda una solución más saludable.
En definitiva, no podemos decir si es light es más sano, si es más bueno o malo, no se puede generalizar. Se debe valorar cada caso, conociendo cada producto y la necesidad de cada persona. Es importante pedir consejo y ayuda a nutricionistas o médicos e introducir en nuestra dieta sabiendo realmente qué son.