Los invernaderos españoles son el presente y el futuro de la agricultura. Las cosechas, a diferencia de antaño, ya no dependen del clima. Así pues, cumplen una labor esencial en momentos de climatología adversa o parones como el ocasionado por el coronavirus. Además, aprovechan al máximo los recursos disponibles contaminando lo menos posible. Echemos un ojo a continuación a las principales características de los invernaderos españoles.
¿Por qué son tan sostenibles los invernaderos españoles?
Almería es el paradigma de la agricultura en invernaderos. Un informa del consorcio frutícola y hortícola CUTE lo deja bien claro: «solo el 3% de la superficie de Almería cosecha las ensaladas de media Europa». Son tan productivos estos espacios cerrados que en Almería se pueden permitir que la mitad del suelo esté protegido. Que la media parte de su superficie sea Parque Natural no es muy común en Europa. Por ello y por la optimización de recursos es que estos invernaderos son tan sostenibles.
La entidad mencionada está formada por asociaciones europeas de frutas y hortalizas de Francia, Grecia, Polonia y España. Su informe también explica su bajo impacto medioambiental de una forma detallada. Asegura que prescinden de energía fósil, ya que utilizan el sol como fuente de energía inacabable. Ahorran agua, reducen el uso de fitosanitarios y absorben C02. Su modo de funcionar es tan eficiente que consumen hasta un 30 % menos de energía que en otros sistemas.
Es más, según El diario de Almería, cada invernadero absorbe en un día tanto CO2 como el que emiten ocho coches. Es más, indica que las temperaturas de la provincia han bajado una media de 0’3 grados desde 1989 a pesar del calentamiento global. Sostiene que estas gigantescas superficies de plástico, que se ven desde el espacio, son claves. Aseguran que ayudan a mitigar el impacto del cambio climático en la provincia.
¿De dónde viene lo que comemos?
La trazabilidad también juega un papel muy importante. Cada vez son más los consumidores preocupados porque lo que coman cumpla los estándares de calidad. En nuestro caso, las directrices más relevantes vienen de la autoridad sanitaria de la UE. La calidad y el respeto por el medio ambienta cada vez cobran un papel más relevantes. Así pues, el pueblo europeo puede estar tranquilo en el caso de los invernaderos españoles. Los controles son muy exigentes y garantizan alimentos de primera necesidad.
Granada y la ya mencionada provincia andaluza han demostrado su importantísimo papel. Su labor durante los meses más duros de la Covid-19 en Europa fue vital para que pudiéramos alimentarnos durante el parón. Estos invernaderos españoles producen cuatro millones y medio de toneladas de hortalizas al año. Abastecen más del 47 % del mercado interno y más de la mitad del europeo. En ellos crecen las verduras que no se cultivan más al norte debido a las bajas temperaturas invernales.
Las cifras hablan por sí solas. Un ensayo en los años sesenta comprobó el aumento de la productividad que supone el plástico. El tomate pasó de producir 1’68 kilos por metro cuadrado a producir 3’58 en invernadero. El pimiento pasó de 0’17 a 0’78 y el pepino pasó de 0’94 a 3’84. Respectivamente, las diferencias de precio entre los cultivos de invernadero y los de exterior fueron de 157 %, 265 % y 108’5 % respectivamente.
Su capacidad de continuar suministrando alimentos frescos al resto de países durante el confinamiento hizo reflexionar. Muchísimas personas se dieron cuenta de la importancia de llevar una dieta equilibrada para reforzar sus defensas. Da que pensar el hecho de que una buena parte de Europa dependa de los invernaderos españoles para garantizar su soberanía alimentaria.
Un «mar de plástico» en el sur
Volviendo a Almería, cerró 2019 con 31.614 hectáreas bajo plástico. Esta son 580 más que el año anterior. La superficie se reparte entre 12.500 explotaciones y familias. Así pues, la tierra está muy dispersa y no se concentra en manos de grandes terratenientes. La superficie media de una explotación es de 2’4 hectáreas. Además, cabe destacar que el 62 % de la comercialización de sus productos se hace a través de cooperativas.
En cambio, Granada cuenta con 3.100 hectáreas de «mar de plástico». Sobre estas, en cambio no hay tanta información como sí la hay con las almerienses. Lo más reseñable es que el municipio que cuenta con más hectáreas es Motril, con una cantidad de 1.134 hectáreas.
En definitiva, los invernaderos españoles son fundamentales para garantizar nuestra soberanía alimentaria. Se caracterizan por su altísima productividad y eficiencia, además de cumplir con todas las garantías de calidad. Si desaparecieran, podría darse un escenario de desabastecimiento y precios desorbitados. Por suerte, podemos disponer de sus productos tan saludables en cualquier momento del año.