¿Es tan mala como se dice la comida enlatada? Como siempre, todo es matizable. Así pues, vamos a ver las principales consideraciones a la hora de degustarla. ¡Vamos!
Beneficios de la comida enlatada
Empecemos con lo positivo. Todo el mundo sabe lo cómodo que resulta abrir una lata y ya tener las legumbres hervidas. Más aún a los fanáticos del pescado que disfrutan de sardinas, anchoas… Ahora bien, para esto se inventaron justamente las latas. Es decir, para preservar alimentos por un largo periodo de tiempo de la forma más cómoda.
Lo que sí desconocen algunas personas es que los alimentos enlatados no pierden su valor nutricional. Se ha hablado mucho de la pérdida de calidad del alimento. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Las investigaciones demuestran una y otra vez que puedes preparar un menú equilibrado y diverso con latas.
Así pues, el tratamiento térmico puede desnaturalizar ciertas proteínas o vitaminas. Sin embargo, los compuestos hidrosolubles pueden pasar al líquido en el que vienen sumergidos. Por ello es que la pérdida de nutrientes es mínima si aprovechamos el contenido entero de la lata. De esta manera, tan solo se pueden ver afectadas las propiedades organolépticas del producto. No obstante, no pretendas nutrirte a través de ellas. También presentan ciertos peligros.
El problema está en la lata
La comida no es el problema sino la lata. Es decir, para preparar comida enlatada tiene lugar un proceso mediante el que se cocina antes de envasarla. Una vez en la lata esta se sella para evitar que el aire penetre y deteriore la comida a través de bacterias. Pues resulta que para este sellado es muy común emplear Bisfenol A. Probablemente te suene más por el nombre de BPA.
Este compuesto se usa para recubrir las latas y así evitar la oxidación y el deterioro. Lo preocupante es que se ha demostrado que su uso continuado puede provocar enfermedades cardíacas, diabetes de tipo 2 e incluso disfunción sexual masculina. No es que la cantidad de una lata sea dañina. Sin embargo, el consumo habitual sí lo es ya que este se acumula en el cuerpo.
Además, para conservar los alimentos se emplea mucha sal. Por ello es que la comida enlatada contiene mucha más que su versión normal. Como ejemplo, una sola lata de frijoles negros Goya contiene 2’34 gramos de sal. El máximo para un adulto según la OMS es de cinco. Así pues, conviene escurrir lo que se pueda la lata e incluso lavar el producto. Sin embargo, al escurrir el líquido perdemos algunos de los nutrientes que la comida desprende.
Este mismo problema lo tenemos con el azúcar en la fruta en conserva. Es decir, principalmente el almibár. Si la comemos fresca disfrutamos de sus beneficios sin los perjuicios derivados de esta sustancia.
Conclusiones
Al final, como en todo, hay que ponerlo en la balanza. Bien es cierto que la comida no pierde nutrientes. Además en algunos alimentos como tomate y maíz disfrutamos de más antioxidantes al calentarlos antes de enlatarlos. Sin embargo, los riesgos siguen presentes y pueden jugarnos una mala pasada si comemos de lata con frecuencia.
Este es un problema muy grave en lugares como Puerto Rico o Guam. Ambos territorios estadounidenses con leyes de cabotaje. Es decir, cualquier producto extranjero que entre o salga debe pasar primero por un puerto estadounidense. Al no haber desarrollado su sector primario dependen de importar comida del continente. Mucha de esta viene en lata y por ello es que ambos territorios presentan graves problemas de obesidad, diabetes y enfermedades cardíacas.
En conclusión, deléitate con una deliciosa comida enlatada siempre que no lo hagas a diario. Eso sí, jamás compres una lata próxima a su caducidad ni una que venga abollada. Cualquier fallo en el proceso de sellado puede traducirse en la proliferación de bacterias. ¿A qué esperas para disfrutarla?