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El coronavirus y la supervivencia de sectores

Sigue creciendo la preocupación de mucha gente por el COVID-19. Mientras científicos de todo el mundo se encuentran investigando más, a contrarreloj, para conocerlo mejor, las incógnitas mantienen en vilo a la población. Pero también a la economía mundial, que se ve reflejada en todas las empresas e industrias que se están viendo afectadas por esta crisis sanitaria. Porque el coronavirus y la supervivencia de sectores que van desde el agroalimentario hasta el de la comunicación es muy inquietante. Como se puede observar en las peticiones de ayuda al gobierno, ni siquiera se salvan dos ámbitos económicos tan imprescindibles en estos tiempos complicados. Nosotros nos vamos a centrar aquí en el sector vinícola o el pesquero, pero son muchísimos más los que van cayendo en desgracia, consecuencia del parón en estas semanas de cuarentena.

El impacto de la crisis en las bodegas

El sector vinícola es uno de los que está viendo mermada su progresión y las pérdidas económicas por esta crisis ya alcanzan casi al 80 % de todas las bodegas españolas. Así lo pudo averiguar la Federación Española del Vino en una encuesta que envió a empresas vinícolas para saber cómo estaban sufriendo el impacto. De manera genérica, todas coincidieron en que los mayores problemas los están observando en cancelaciones de ventas tanto nacionales como a otros países. Pero también han tenido que suspender las visitas vinculadas al enoturismo que tenían programadas para el mes de marzo y abril.

Incluso las suspensiones o los aplazamientos de ferias y otros eventos de promoción han supuesto un retroceso en las aspiraciones comerciales del sector. Casi la mitad de las compañías encuestadas calificaron de «grave o muy grave» el efecto negativo de esta crisis en sus negocios. Con este panorama actual, el coronavirus y la supervivencia de sectores como el vinícola genera pánico. Pero el asunto no se queda ahí, ya que incluso los consumidores habituales del principal producto que elaboran –el vino– se han mostrado preocupados por beberlo. Si hace unos días os hablábamos de la presencia del COVID-19 en los alimentos que comemos, también ha suscitado inquietud en las bebidas. Por ese motivo, desde la Federación Española de Enología (FEAE) han tenido que aclarar las dudas.

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Un barco y una camioneta en un paisaje desolador sin viñedos ni cultivos, resultado del COVID-19

De ser «imposible» a ser beneficioso

En un comunicado firmado por su presidente Santiago Jordi Martín, la FEAE ha querido responder a las numerosas solicitudes que había recibido sobre la emergencia del coronavirus. Concretamente, desde miembros y otras categorías profesionales planteaban cuestiones como la posible contaminación del vino (o su envase) por el patógeno. Así como también si era cierto que los efectos de la enfermedad quedaban reducidos al tomar esta bebida. Esas dudas, siempre manteniendo una necesaria precaución al tratarse de un nuevo virus, han quedado aclaradas tras la consulta con los expertos de la comunidad médica e incluso otros enólogos internacionales. A esta conclusión han llegado:


«La supervivencia del virus en el vino parece imposible. Porque la combinación concomitante de la presencia de alcohol, un ambiente hipotónico y la presencia de polifenoles, impide su vida y multiplicación. Por otro lado, la contaminación del embalaje parece ser muy remota en vista de la corta vida del virus y la ausencia de un positivo huésped vivo biológico»


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Dos copas de vino

En último lugar, la FEAE ha confirmado que sí resulta beneficioso el «consumo moderado y responsable de vino para mantener una mejor higiene de la cavidad bucal y la faringe, zonas donde anidan los virus» cuando infectan a alguien. Precisamente acerca de este tema, un estudio publicado en la revista Science revela que los flavonoides vinícolas podrían detener el avance de la gripe e incluso limitar sus síntomas.

El sector pesquero, otro con vistas a parar

Con el descenso de ventas en las lonjas y mercados locales de toda España resultado del confinamiento de la población en sus casas, los pescadores son otro colectivo vulnerable. De momento, aunque siguen faenando, han reducido su actividad notablemente este lunes. Y es que la flota es cada vez más partidaria de cesar las salidas a la mar. Al menos, en el caso de los barcos de bajura. Hay también preocupación tanto por el riesgo de contagio como por la posterior comercialización de sus productos. Así, el amarre de barcos ha sido ya generalizado en el mar Mediterráneo y en el Cantábrico la reducción del trabajo se ha notado. Mientras, en la costa andaluza han comenzado ya a no navegar algunos pesqueros de Almería o Cádiz. 

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Un pescador, amarrado con su barco

Sin duda alguna, se aprecia que el coronavirus y la supervivencia de sectores como estos vinculados a la alimentación inquieta. Pasan los días hacia un futuro esperanzador, pero con ellos se van quedando en el camino trabajos y pérdidas que podrían ser irreparables.

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