El txakoli, un vino amado por muchos pero aún criticado por otros tantos que dicen de él que es un vino de dudosa calidad, demasiado ácido y que trae consigo un buen dolor de cabeza. Sin embargo, en los últimos años se ha hecho todo lo posible para cambiar esa imagen alrededor de este símbolo de la gastronomía vasca. En realidad, se trata de un vino joven, moderno y de una excelente calidad que solamente la climatología y la tierra del País Vasco son capaces de darle. El vino txakoli, el que conocemos hoy en día, es consecuencia de generaciones y generaciones de viticultores que dedicaron su vida al buen hacer del producto. ¡Vamos a conocerlo un poco más!
Con más de 500 años de historia
Así es. Este vino blanco se remonta, más o menos, a 1520 en el País Vasco. Es por eso que la gran mayoría de la producción de esta bebida se elabora, aún hoy, allí. Se trata de un vino con poca graduación de alcohol, con tonos afrutados que contrastan con la acidez característica de este producto. Ese es, entre otros, uno de los factores que diferencian al txakoli de otros vinos.
Lo que hace especial a este vino blanco es el lugar en el que se encuentran los viñedos. El hecho de que estén ubicados en la cornisa cantábrica consigue que se impregnen de esos aromas y sabores tan característicos de la zona. Además, las uvas con las que se produce (hondarribi zuri -blanca- y hondarribi beltza -tinta-) son autóctonas, lo que hace del vino txakoli un producto aún más único.
Este vino siempre ha estado presente en la forma de vida de Euskadi. Tanto es así que en el siglo XIX empezaron a surgir los llamados ‘chacolines’, que no eran otra cosa que tabernas que se dedicaban a la venta del txakoli acompañado, principalmente, con productos del mar: chipirones o bacalao, dos emblemas de la región.
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Vino txakoli, producto con Denominación de Origen
En el resurgir del txakoli como un vino de calidad tuvo mucho que ver que obtuviera el sello de denominación de origen. A día de hoy, existen tres D.O. para el txakoli.
- Getariako Txakolina (D.O. de Guetaria, Guipúzcoa). En el año 1989 y con este reconocimiento, el txakoli comenzó a verse de una manera diferente: como un vino muy competitivo y con mucho que ofrecer.
- Bizkaiko Txakolina (D.O. de Vizcaya), en 1994.
- Arabako Txakolina (D.O. de Álava). Aunque fue la última en obtener el sello -2001- con ello se consiguió impulsar definitivamente al txakoli en el mercado de vinos mundiales.
El txakoli en las bodegas
Las bodegas tienen un papel importante en el reconocimiento de este vino blanco tan característico de la comunidad vasca. Allí se combinan la tradición de un producto centenario y la modernidad que hacen de él uno aún más exquisito. Un claro ejemplo de esto es la labor de la bodega Gorka Izagirre. Ha conseguido multitud de premios, como la medalla de oro en los Sommelier Wine Awards 2017. Las valoraciones del jurado incluían observaciones como «los matices salados con ligeros toques a lima y final seco con notas de manzana verde» o «paladar fresco y bien equilibrado con un final seco».
Y por si eso fuera poco, la bodega colaboró con uno de los chefs más reconocidos de la gastronomía española, el vizcaíno Eneko Atxa del restaurante Azurmendi. El txakoli 42 by Eneko Atxa 2015 fue nombrado el mejor vino blanco internacional en el Concurso Mundial de Bruselas. Un gran reconocimiento teniendo en cuenta que era la primera vez que un vino txakoli con D.O. de Vizcaya recibía este galardón a nivel mundial.
Otras bodegas como Txakoli K5 (Guipúzcoa), Bodega de Txakoli Hiruzta (Hondarribia) o Bodega de Txakoli Astobiza (Álava) son solo algunas de las tantas que hay y que se dedican a la elaboración de este vino blanco tan especial. Cuenta hasta con su propio museo en la localidad de Bakio (Bilbao).
El vino txakoli se ha convertido, como hemos visto, con el paso de los años, en un auténtico símbolo de la comunidad vasca. Ha pasado de ser un vino sencillo que se elaboraba en caseríos hace cientos de años con lo que había, a haber conseguido multitud de reconocimientos no solo en el ámbito nacional, sino también en el internacional. Un vino lleno de historia que no ha hecho sino evolucionar pero siempre manteniendo esa tradición que hace de ello un símbolo de la gastronomía vasca.