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¿La paleodieta es cuestión de genética?

La paleodieta podría tener una importante vinculación con nuestros genes. ¿Imaginas comer como en el paleolítico? Multitud de personas afirman que nuestro organismo no está adaptado para la alimentación que llevamos. Argumentan que en diez mil años una especie no pasa de cazadora-recolectora a cultivar su alimento como si nada. Para ellos desaparecerían muchos problemas de salud si nuestra dieta se remontase a nuestros orígenes. No obstante, los nutricionistas no se ponen de acuerdo sobre esta dieta. Es un tema controversial que no deja indiferente a nadie.

¿Cómo es la paleodieta?

Básicamente consiste en alimentarse de carne, huevos, pescado, frutos secos, frutas y vegetales. Quedarían descartados los productos procesados, azúcares añadidos, legumbres, lácteos (normalmente) y los cereales. Según su visión, apartarse de este camino lleva a desórdenes como diabetes, enfermedades cardíacas, celiaquía, cáncer… Estos problemas vendrían de que el ser humano existe desde hace dos millones de años que apareció en forma de Homo Habilis. Hace 195 mil años se convirtió en el Homo Sapiens y tan solo hace diez mil años comenzó a asentarse y a cultivar.

Grupo de masáis saltando en una danza típica
Grupo de masáis saltando en una danza tradicional

Para ellos, diez mil años no son suficientes para adaptarse a una vida sedentaria. Por ello, siempre citan como ejemplos las tribus actuales de masáis o de habitantes de Nueva Guinea. ¡Los primeros comen tales cantidades de carne que superarían en seis veces los niveles de colesterol recomendados en occidente! No obstante, los problemas cardíacos derivados del colesterol son muy infrecuentes entre ellos. En el segundo caso, apenas comen carne pero aprovechan muy bien productos que llevan desde siempre con ellos. Hablamos de tubérculos, frutas y pescado.

Detractores de esta dieta

Sus detractores no encuentran mucho sentido a estos argumentos. Aseguran que esa dieta pertenece a una época en la que la esperanza de vida media era muy reducida comparada con la actual. ¡Treinta y dos años frente a ochenta y tres ahora en España! Además, no les preocupa el poco tiempo que llevamos siendo sedentarios. Sostienen que la presión selectiva de la evolución hizo bien su trabajo. De esta manera, las personas que no toleraban los cereales cultivados en el neolítico morían sin descendencia. Así pues, solo pasaban sus genes quienes aguantaban la nueva alimentación.

Los defensores contraargumentan el hecho de que la esperanza de vida fuese tan baja. Afirman que la alta mortalidad infantil de esta época sin medicina bajaba la esperanza de vida media. Según su explicación, los que llegaban a adultos estaban bien adaptados y podían vivir setenta años. Los detractores contraatacan asegurando que la teoría de la paleodieta carece de fundamento,ya  que la ganadería actual difiere de la caza de animales salvajes. Además, se han hallado vestigios en el sur de África de humanos que comían plantas con almidón hace cientos de miles de años. Siempre destacan las virtudes la dieta mediterránea, considerada como una de las más variadas y saludables.

Un punto medio

Hay una tercera vía. Algunas personas entendidas en la materia la defienden solo si tu genética es apta para ello. ¿Qué cómo puedes saberlo? Lo que proponen es que te hagas un test para comprobar la procedencia de tus genes. Cada vez son más baratos y su precio actual ronda los ochenta euros. En el caso de MyHeritage, están de descuento y no llegan a los cincuenta. Y es que la alimentación no es, ni ha sido, la misma en Europa que en China o en Mesoamérica. Por lo tanto, aseguran que tu cuerpo no responderá de buena manera digiriendo algo que no comían tus ancestros.

Bisonte pintado en la cueva de Altamira en Cantabria
Bisonte pintado en la cueva de Altamira

Por poner un ejemplo. Si tus antepasados provienen de Mesoamérica (América central de herencia maya o azteca) seguramente toleres mejor el maíz o las patatas que un europeo. En cambio, si tus genes son de Europa, seguramente, no asimilarás bien alimentos que nos llegaron hace unos pocos siglos con la conquista de América. Otro ejemplo que se puede tratar es lo que ocurre con la leche de vaca.

El caso de la leche

Mucho se debate sobre los beneficios y contraindicaciones de esta bebida. Este líquido se comenzó a beber en Europa cuando el ser humano se expandió hacia el norte. Los vegetales escaseaban durante muchos meses debido al clima frío. Fue una cuestión de supervivencia. No obstante, solo la disfrutaron los adultos que conservaban la ezima lactasa. Esta digiere y procesa la lactosa en la leche de vaca. Por ello es que los blancos son la población que mejor la tolera. No ocurre lo mismo en Asia. En China, por ejemplo, el consumo de leche es muy poco común.

Vaso de leche
Vaso de leche

En la paleodieta suele excluirse esta bebida, ya que lleva consumiéndose de forma masiva menos de doscientos años. Esto comenzó en el siglo XIX con la revolución industrial. Los paleos aseguran que no es necesaria y que hay fuentes de calcio mucho más saludables como los huevos, el pescado y los frutos secos. Además, ven perjudiciales las hormonas que se les dan a las vacas para que produzcan más leche. Tampoco encuentran saludable la pasteurización que mata las principales bacterias positivas para el organismo (además de las nocivas). 

Otra etnia que incorpora la leche a su dieta y que no tiene problemas con ello es la ya mencionada masái. Quienes sostienen que la paleodieta es cuestión de genética lo tienen claro. Aseguran que les sienta bien porque llevan consumiéndola desde siempre y se han adaptado. Lo más seguro es que no nos pongamos de acuerdo porque es un tema muy complejo que atañe a costumbres alimenticias muy arraigadas. Por lo menos ofrecemos una interesante reflexión sobre la evolución y algo que siempre nos acompañará y apasionará: la alimentación.

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