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El cultivo de algas comestibles promete

Desde que se descubrió el potencial que tiene este alimento marino cómo uso en la cocina, el cultivo de algas comestibles comenzó a ser una realidad en todo el mundo. En España, hace unos tres años ya pudimos ver su asentamiento definitivo en zonas muy concretas. Esas que son idóneas para el crecimiento y el desarrollo de especies como la denominada lechuga del mar. Desde la cosecha en entornos acuáticos naturales hasta la acuicultura, este producto gana enteros de cara al futuro de la alimentación. Si bien es cierto que en otras gastronomías como la china o la japonesa su utilización está más extendida, en nuestro país puede ir en aumento hasta consolidarse. A continuación analizamos algunos ejemplos y proyectos con algas españolas.

De norte a sur, cosecha de algas

Las microalgas son muy importantes para el ecosistema del planeta pues generan el 50% del oxígeno que respiramos. Pero también tienen un enorme potencial con su aplicación en diversos sectores, entre los que se encuentra el alimentario. Pero también el medioambiental e incluso el energético. Por todo esto, las empresas que se han lanzado a la investigación y la cosecha de algas en España están teniendo éxito.

En Asturias ya hay varias compañías que se dedican a esta industria. Una de ellas cuenta con un campo de cultivo de macroalgas en aguas abiertas de Lastres. Producen la conocida como como alga laminaria «kombu de azúcar«, muy apreciada en la gastronomía y muy comercializada en todo el mundo. Pero también en microalgas otras empresas asturianas se han lanzado al negocio.

Cantabria es otra zona en la que las aguas que bañan a la comunidad resultan ideales para el cultivo de algas comestibles. Aunque, cómo vamos a ver en los siguientes párrafos, hay cabida incluso para la producción lejos del mar. Está última resulta más saludable por estar libre de los contaminantes presentes en océanos.

Pero de norte a sur, las provincias de Huelva y Cádiz también poseen pequeños grupos que cosechan especies tan populares como la lechuga de mar. Incluso con certificación ecológica. Un buen ejemplo lo encontramos en Cartaya, en el Parque Natural Marismas del Río Carreras y Flechas del Rompido. Tanto la verde como la alga roja crecen de forma autóctona.

Algas de Cantabria pero lejos del mar

La oportunidad que ofrecen estos productos marinos va incluso más allá de la cercanía a su propio ecosistema y es esperanzador. Sobre todo, de cara al futuro, el cultivo de algas comestibles en España puede expandirse. Una empresa cántabra, Investalga Ahti, ya ha conseguido cosechas alejadas del mar. Su lechuga marina está desarrollada en un proyecto de acuicultura multitrófica integrada que pretende ahora venderse en distintos formatos. El objetivo es disponer todo el año de ella para poder responder a su demanda constante.

Piscinas con agua, eso sí, del mar, sirven de entorno para el crecimiento del aonori, cuya especie concreta es Ulva Lactuca (lechuga de mar, popularmente). Con la réplica de condiciones de luz y temperatura determinadas, así como nutrientes ecológicos, se logra su reproducción.

el cultivo de algas comestibles
Lechuga de mar

Ventajas del cultivo de algas comestibles

En términos de negocio, el cultivo de algas comestibles en entornos naturales es una alternativa muy útil para pescadores que vean en peligro su subsistencia en un sector -el pesquero- muy mermado año tras año. La reconversión se torna así atractiva para ellos, sumado al auge del uso de estos productos en diversidad de sectores.

Uno de ellos es el gastronómico, dónde las algas ofrecen posibilidades versátiles. Por ejemplo, la lechuga de mar puede utilizarse como guarnición en algunas recetas o servir de condimento para otras. También es útil como potenciadora de sabor y no podemos olvidar la opción de alimento vegano que supone para este colectivo.

Es un producto con mucha proteína y poca grasa, considerado incluso como superalimento. Tiene mucho magnesio calcio y hierro, además de Omega-3. Su sabor es intenso, mientras que la textura seduce a grandes cocineros. Pero también a otros productores alimentarios que pueden incorporar estas algas como elemento más a chocolates, quesos o barritas energéticas.

En definitiva, ya ves que el cultivo de algas comestibles tiene un enorme devenir como industria. Seguiremos atentos a las innovaciones que vayan surgiendo alrededor de ellas porque la alimentación del futuro no solo pasa por insectos.

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