De ser una bebida muy popular a sobrevivir a duras penas en un pequeño kiosko de la madrileña calle Narváez. No había festejo que no contase con el agua de cebada. Te contamos todos los detalles de este peculiar refrigerio que resiste al boom de las marcas comerciales.
Agua de cebada: una curiosa bebida
El agua de cebada es una bebida refrescante de la provincia de Alicante y que fue muy popular en los cafés de Madrid de los siglos XIX y XX, cuyo origen se remonta a las aguas olorosas, brebaje típico del siglo XVIII. En la actualidad apenas hay lugares donde se sirve, salvo en algunos puntos de la provincia levantina y en Madrid. Como curiosidad hay que destacar que en países como Costa Rica o Perú existen bebidas similares.
Este refresco se prepara a base de una infusión de granos de cebada, que se cocinan durante tres horas. El líquido que se obtiene se cuela y endulza con azúcar, limón o miel. Se suele servir fría, acompañada con hielo, ya que está pensada para refrescar los calurosos meses de verano de la Comunidad Valenciana y de la capital de España. Su bajo coste hacía que fuese considerada como una bebida humilde.
Un kiosko con mucha historia
Como ya hemos dicho, quedan muy pocos sitios en Madrid donde se sirve. El más popular se encuentra en el número 8 de la calle Narváez, en el Distrito de Salamanca. Se trata del Kiosko de Miguel y José. Desde el 1944, la familia Guilabert abre su mítico local de horchata y agua de cebada, un negocio que ya va por su cuarta generación. Sus abuelos Francisco y Francisca emigraron desde Crevillente, Alicante, a principios del siglo XX.
En 1910 comenzaron con su negocio de bebidas en un pequeño carro en la calle Cedaceros, junto al Congreso de los Diputados. Se trataba de una plataforma de madera blanca adornada con enseres y vasería de la época. Posteriormente se trasladaron muy cerca, exactamente a la Plaza de las Cortes. Durante la Guerra Civil se trasladaron a su pueblo natal, y ya en 1944 regresaron a Madrid, instalándose en el lugar en el que hoy se encuentran.
Una parada obligatoria
Transeúntes, ya sean anónimos o famosos como Alaska, Mario Vaquerizo, Nieves Herrero, entre otros muchos, tienen como parada obligatoria el kiosko de los hermanos Guilabert. Los vecinos de la zona esperan con ansia que llegue el verano y así poder disfrutar de su variedad de bebidas, especialmente de la horchata y del agua de cebada.
A lo largo del día venden alrededor de 150 litros de sus refrescos más populares, como los antes mencionados, a los que se suman los granizados de limón o el de sirope de menta, llamado popularmente Gusalim. Los dueños elaboran estos refrigerios en un local propio situado en la zona llamada Dehesa de la Villa.
Agua de cebada y otros alimentos en peligro
Desde hace años, la Comunidad de Madrid trabaja junto a organismos alimentarios y administraciones locales en la promoción de los productos que han ido desapareciendo de los mercados y hogares de la región. Entre estos alimentos se encuentran las collejas. Esta verdura, similar a la alcachofa, era muy recurrente en las mesas madrileñas, sobre todo en tortillas.
Pero sin duda, donde más se está trabajando es en la recuperación de la almorta. Esta popular planta era utilizada para elaborar harina, ingrediente indispensable de las gachas manchegas que también se comían en el sur de la comunidad. La almorta fue denostada durante la Guerra Civil, ya que en esa época, su consumo excesivo provocó que muchas personas contrajesen latirismo, una enfermedad neurodegenerativa.
Cualquier sociedad está obligada a proteger sus costumbres y tradiciones y la gastronomía lo es. Tradición y actualidad van de la mano. El agua de cebada forma parte de esta lista roja de alimentos en peligro de extinción. Un refresco que los hermanos Guilabert intentan que no se pierda desde su humilde kiosko. Cuando visites Madrid, no dudes en pasar por ahí y disfrutar de esta refrescante bebida.